“Me encantaría que mis hijos sigan mis pasos”
Pese a su juventud, la Doctora Martínez ya lleva diez años de impecable trayectoria profesional. Es el artífice de grandes cambios estéticos que han devuelto la autoestima a muchas personas. Un reconocimiento que se lo ha ganado a pulso y que tiene como mejor estímulo el haber restituido la confianza de los pacientes hacia la cirugía plástica. Una práctica que le fascina, aun cuando confiesa que llegó a su vida por casualidad.
Sincera, práctica y muy jovial, la Doctora Martínez, madre de dos pequeños (Santiago y Sebastián), comparte esta pasión por la cirugía plástica con su esposo Alfredo Uribe. En esta entrevista deja los guantes y el bisturí por un instante para contarnos sobre su mejor obra: el ser mamá.
“Operé hasta un día antes de dar a luz”
Lleva diez años de experiencia, casi el mismo tiempo de convertirse en mamá, la Doctora Martínez, como todos la conocen, ha sabido desarrollar su carrera en paralelo con la maternidad. Para ella, nos cuenta, sería un sueño que sus hijos sigan los mismos pasos que ella y la de su esposo.
Comenzó la carrera junto con la maternidad ¿Cómo hizo para manejar ambas cosas a la vez?
La verdad, no lo sentí tan trágico. Con decirte que operé hasta un día antes de dar a luz. Era mi primer embarazo, había llegado a las 40 semanas no tenía contracciones y seguí trabajando. Hacía mis ‘lipos’ con mi panzota (risas).
Pero en los últimos meses, ¿la barriguita no le incomodaba al operar?
Para nada. El tema era en casa, a la hora de dormir. La presión de la barriga no me dejaba respirar. Sentía que me ahogaba. La verdad, ya quería que el bebé nazca.
Luego que nació Santiago, ¿cuánto tiempo se dio de descanso?
La verdad, descansé muy poco. Lo hice solo una semana. ¿Por qué tan poco? Como te dije, eran tiempos en que estaba empezando profesionalmente y tenía pacientes que atender. Felizmente, conté con el gran apoyo de mi mamá. Ella se quedaba con la nana a cuidar a Santiago.
¿No hubo sentimiento de culpa?
A ver… las mujeres nos culpamos de todo y por todo, pero debemos pensar que las decisiones que tomamos las hacemos pensando en que es lo mejor para la familia.
“Aprendí a priorizar a mi familia”
Si bien los objetivos profesionales son parte importante de toda persona, es necesario también buscar un equilibrio. Muchas veces, eso se llega a conseguir con la madurez y la experiencia. La Doctora Martínez decidió que ya había pagado derecho de piso y puso en balanza sus prioridades. Los fines de semana sería exclusivamente para su familia.
¿Y cómo fue con el segundo bebé?
Con Sebastián todo fue más fácil. Ya habían pasado cuatro años y eran otros tiempos. Además, tenía dos personas que me ayudaban.
Una va aprendiendo en el camino… Sí, antes decía: “El paciente es prioridad”, pero ahora que tengo familia, aprendí a manejar eso. Además, si no lo hacía, te aseguro que estaría operando hasta en días feriados, porque la gente demanda mucho. Aprendí a decir que no.
¿Qué les gusta hacer juntos?
A mí me gusta planificar las cosas, pero mi esposo las desplanifica (risas). Igual, la pasamos muy bien juntos. Tratamos de hacer cosas distintas: vamos al cine, al teatro o al parque a manejar skate. A Santiago le gusta mucho el ping pong y siempre hacemos torneos familiares en casa. Hacemos participar incluso a los abuelos (risas).