El injerto de grasa es uno de los tratamientos quirúrgicos más empleados en los últimos tiempos por ser menos riesgoso e invasivo. El cual consiste en extraer grasa de algunas partes del cuerpo y se inyecta en otra zona, ya sea para remodelarla, rejuvenecerla o quitar cicatrices.
Esta técnica quirúrgica fue creada por el Dr. Colleman en los años noventa. Técnica que se hizo rápidamente famosa por no producir rechazo en el organismo al ser el injerto del mismo cuerpo del paciente, es decir un elemento biocompatible. Desde ese momento se ha ido perfeccionando a pasos agigantados.
Hoy en día, esta técnica consta de tres pasos que se inicia con la liposucción con cánulas especiales en zonas donde exista abundante grasa (caderas, muslos, abdomen), luego se debe realizar un proceso de centrifugación para seleccionar las células viables. Por último es la inyección en la zona a tratar, mediante una mínima incisión por medio de cánulas muy delgadas especiales para este procedimiento.
No es recomendable emplearse grandes aumentos de grasa en un mismo procedimiento, es necesario que para que las células prendan, han de ser infiltradas en un lecho bien vascularizado. Si se acumulan demasiadas capas celulares en un solo tiempo, a las capas más profundas no les llega la vascularización necesaria y mueren.
Por último este procedimiento tiene una serie de ventajas para el paciente.
- Lo mejor es que el material empleado es autónomo, es decir se obtiene del mismo paciente, por ende es más fácil que no sea rechazado por el propio organismo.
- Se puede remodelar o trabajar varias zonas del cuerpo y del rostro.
- Las células madres que se administran producen una regeneración de la piel.
- Al ser una técnica invasiva la recuperación es rápida y sin dolor alguno. Con resultados totalmente naturales.
- Este tipo de implantes son para toda la vida, es decir son biológicamente permanentes.